25 de abril de 2024

La miniserie de Prime Video basada en la película de Cronenberg

Rachel Weisz se convierte en las ginecólogas gemelas Elliot y Beverly Mantle, quienes realizan procedimientos éticamente cuestionables en mujeres infértiles.


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Por Nela Machado

Se que Dead Ringers (2023) está inspirada en una película del mismo nombre, de 1988, dirigida por David Cronenberg. Dicha cinta aún no la he visto y honestamente tampoco tengo intenciones de hacerlo, no por ahora. La verdadera razón por la que vi la miniserie es porque está protagonizada por la siempre increíble Rachel Weisz que en los últimos años se ha estado labrando la mejor etapa de su carrera.

El no haber visto la película del director canadiense me ha facilitado ver la serie ya que he podido disfrutarlo sin hacer constantes comparativas. Lo que he obtenido como espectadora es un visionado de poco más de seis horas -dividido en seis episodios- que mezcla sordidez, humor negro, incluso crítica social y, como cabría esperar, una Weisz en estado de gloria. Por partida doble.

De qué va Dead Ringers
Las gemelas Beverly y Elliot Mantle son ginecólogas de renombre en Nueva York y que aspiran a cambiar la forma en que las mujeres dan a luz. Mientras que Beverly está ciertamente comprometida con el proyecto por razones altruistas, Elliot lo ve como una oportunidad para ampliar su investigación sobre el parto, incluso con experimentos considerados poco éticos o hasta ilegales por los médicos y la ley. Beverly, normalmente de voz suave, y Elliot, imprevisible y atolondrada, forman una pareja inseparable, hasta el punto de que se trata de una relación tóxica.

No es un visionado fácil
Dead Ringers no es en absoluto una serie fácil de ver, porque su guionista y directores no quieren que lo sea. En el primer episodio, nos inundan con secuencias brutales de las pacientes de los Mantles – nacimientos naturales, cesáreas, exploraciones- en imágenes breves e imborrables. Así como conversaciones sobre vientres subrogados y complicaciones al dar a luz. Son partes ínfimas de la vida
de los médicos, que nos dice que la falta de sensibilidad es la clave para sobrevivir, para prosperar en un campo tan traumático. Sin embargo, estas imágenes acompañados de la frase «el embarazo no es una enfermedad» que se repite a menudo a lo largo de la serie, es un indicio de la crítica al sistema de
salud que se hace evidente mientras avanzan los episodios.

Comprender estos horrores de la vida real es fundamental para el impacto de la serie. Mientras las hermanas pasan los dos primeros episodios buscando financiación de Rebecca Parker (Jennifer Ehle), una megamillonaria cuyos obscenos fondos familiares proceden de su papel esencial en la epidemia
de opioides, las realidades sociales y económicas son inevitables. Dar a luz puede ser un lujo, pero solo si puedes pagarlo. Parker escupe insultos y rechaza de plano cualquier posible ángulo altruista, haciendo que las hermanas le rueguen para abrir un centro de partos e investigación.

En medio de los lloriqueos, Rebecca también abre una brecha entre Elliot y Beverly. Para Elliot, la financiación privada es esencial. Significa menos supervisión, más dinero para proteger su laboratorio de fertilidad de vanguardia, más acceso a pacientes potenciales en la cohorte de la alta sociedad de Parker. Pero Beverly sólo quiere traer bebés al mundo. Su idealismo es constantemente menospreciado, y cada vez que menciona «ayudar», Elliot y Rebecca se apresuran a unirse y callarla.


Alice Birch deslumbra
Es horrible, pero el planteamiento de la serie es atrevido: su guionista Alice Birch (Normal People y Succession), disfraza su crítica social con la sordidez característica de los thriller/terror y un exquisito humor negro. Birch aborda incluso los factores raciales, evocando la tasa de mortalidad materna escandalosamente desproporcionada de las mujeres negras en comparación con las blancas. A pesar de ser demasiado breve, es difícil pensar en otro drama que aborde el tema de forma tan directa.

Alice Birch se hizo conocida por su trabajo en la aclamada serie romántica Normal People, y ha demostrado que está más que capacitada para dirigir/escribir grandes series de televisión. Por si fuese poco, los aficionados al género de terror estarán de acuerdo en que Birch y el equipo creativo han sabido encontrar el equilibrio perfecto entre narración y efectos visuales grotescos. También ella se ha tomado varias libertades creativas para esta adaptación televisiva, y en su mayoría están justificadas.

Rachel Weisz en su mejor interpretación
Saltó a la fama gracia a La Momia en 1999, ganó el Oscar en 2006 por El Jardinero fiel, pero tiene casi una década sumando a su filmografía los títulos más notables de su carrera: Youth, The Lobster, The Favourite y ahora Dead Ringers. En cada una de estas interpretaciones, Weisz ha brillado como nunca antes y estamos hablando de una de las mejores actrices en la actualidad. Pero lo que hace aquí es otro nivel. Su brillante interpretación eleva la serie, su trabajo es minucioso, brilla en los detalles que le da a cada uno de los personajes creando dos personalidades perfectamente opuestas, tanto, que facilita al espectador el poder distinguir a las hermanas, incluso cuando se intercambian.

Dead Ringers es un visionado divertido, perturbador y repugnante, impecablemente escrito con una guionista y una protagonista que brillan con mucha fuerza.


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