18 de abril de 2024

La oportunidad perdida para un verdadero cambio de registro

La nueva entrega de Dr. Strange cuenta con varios atractivos gracias a la dirección de Raimi pero continúan prevaleciendo las ideas del MCU por sobre todas las cosas: fan service y productos futuros.


Por Ignacio Rapari

“O mueres como un héroe o vives lo suficiente para verte convertido en un villano” – Harvey Dent.

La última “escena” post-créditos de Spiderman: No Way Home anticipó la mismísima gloria. El magnífico teaser de la nueva entrega de Dr. Strange no solo ampliaba las posibilidades del multiverso -limitadas si se quiere al mero fan service en el cierre de la trilogía del arácnido- sino que también revelaba algunos fragmentos de lo que el gran Sam Raimi se traía entre manos en su debut en el MCU. Además, lo poco que podía verse del tono de esta secuela insinuaba que la fase 4 se inclinaría hacia lugares impensados dentro de las reglas de la franquicia. O al menos un poco.

Sin embargo, lo que debería haber sido una producción apasionante simplemente terminó por convertirse en una demostración de que el MCU se ha tornado abrumador, excluyente y sumamente auto publicitario. Claro que -al menos- en esta ocasión supo aprovechar el virtuosismo de Raimi, quien logró que haya algo de autoría en películas donde ésta poco importa.

La fase 4 del Universo Marvel abandonó por completo la idea de autonomía en una película y nada puede terminar de ser apreciado sin analizarse dentro de todos los productos que Disney tiene para ofrecer. Para colmo, la resistencia que opone cierto público contra la hegemonía de la productora hizo cierto ruido, lo que derivó en que cada nueva producción -sea en formato de serie o película- termine siendo catalogada como “algo nuevo”, nunca visto en lo que va del MCU. De hecho, según el público o las reviews que celebran cada nuevo estreno de esta fase, el gran mérito del último tiempo pasa por la profundidad psicológica con la que se empezaron a desarrollar los personajes.


Es inevitable que Dr. Strange: Multiverse of Madness sea analizada sin la integración con WandaVision, uno de los más innovadores registros de la factoría en el último tiempo. Más allá de que su presencia en la nueva película de Strange sea apabullante gracias a la enorme Elizabeth Olsen, el fascinante desarrollo que tuvo Wanda Maximoff en la serie quedó reducido a la victimización y el sin sentido, viciado asquerosamente para justificar el multiverso, jugar con el fan service y cerrar con más desprolijidades que aciertos su turbulento arco argumental. La conversión que tiene su personaje en menos de cinco minutos probablemente integre uno de los momentos más bochornosos de Marvel. Y aun así es el gran pilar de la película.

De igual manera, es imposible ignorar que en Multiverse of Madness conviven dos películas dentro de una: un estilo es el que forma parte, entre otras secuencias, del descuidado opening en el que una de las versiones alternativas de Strange escapa de una amenaza junto a América Chávez; el otro, es el que busca Raimi con momentos como el del reflejo del agua o la batalla musical, o incluso la remisión a icónicos planos de su filmografía. Pero durante gran parte de la película todo es genérico y hasta es evidente que otra obra a la entregada salió de la sala de edición.

En definitiva, lo que debería haber sido Doctor Strange en el Multiverso de la Locura la oportunidad para un verdadero cambio de registro, simplemente termina innovando con algunas ideas visuales y mínimamente argumentales, pero condicionadas a las búsquedas principales del MCU. Aunque la taquilla siga demostrando que estamos ante películas populares, todo parece encaminarse a que en algún momento dejen de serlo, y termine siendo casi imposible disfrutar historias autoconclusivas o que al menos no dependan de un universo que poco parece conocer de límites.

About Author

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Social media & sharing icons powered by UltimatelySocial