4 de mayo de 2024

La Barbie incomprendida

La aspirante a bailarina Frances intenta encontrar su lugar en la caótica Nueva York, donde amigos, familiares y colegas entrarán y saldrán de su vida.


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Por Ignacio Pedraza

Ella lo es todo. Él es simplemente Ken. Los afiches sobre uno de los proyectos del año como es Barbie (2023) tiene a la siempre destacada Greta Gerwig en la silla de directora, quien también escribió el guion junto a su esposo Noah Baumbach. Claro que no es la primera vez que la dupla trabaja en conjunto en los aspectos creativos, donde en muchas ocasiones el rol fue cambiando, pero su labor ya está comprobadísima con creces.

Como guiño del destino, los aspectos dramáticos y de aquellos personajes que parecen no encajar en el mundo “real” –algo de lo que vimos en la adaptación para cine de la famosa muñeca- ya fue trabajado en el 2012, cuando los dos artistas presentaron Frances Ha. Con Greta en el rol protagónico y Noah marcando los tiempos con la plaqueta pero ambos trabajando en el guion, nos ofrecieron un relato intimista, problematizador pero alegre, que parece ofrecerse como una cara de la otra moneda al producto de Mattel, pero misma moneda al fin.

Ya de por sí, la paleta cromática que inunda el rosa en la producción que tiene como protagonistas a Margot Robbie y a Ryan Reynolds contrasta con la acromática historia de casi hora y media de la joven Frances que le da un aspecto particular –accidentalmente en su póster solo abunda el rosado-. Es que, más allá de ciertas reminiscencias que pueden dar la comparación entre las dos figuras, los tipos de género también corre por otra vía: el film que cumple once años contiene todas las características del mumblecore, propio del cine independiente, alejado completamente del boom masivo que representa la historia de la muñeca.

Aquella historia de la aspirante a bailarina, con inevitable relación a los primeros trabajos de Woody Allen, está inmersa en las vivencias del personaje de Gerwig con un dinamismo llamativo dentro del género y con una empatía no siempre vista a estos personajes “rotos”. Desubicada, utópica, inocente, fantasiosa; pero feliz. Aún Frances no sabe por dónde ir, más allá de tener algunos nublosos objetivos en vista, pero tampoco quiere resignarse a cualquier precio.

A esto se le suma que la narrativa va de la mano a la perspectiva de la protagonista, con una correctísima musicalización a tono con las situaciones reflejadas, con ese Modern Love de Bowie representando la identidad del largometraje, junto a una fotografía –a cargo de Sam Levy– con aires urbanos y solemnes para redondear un sólido trabajo en los aspectos técnicos.


No es ninguna novedad de este tipo de personajes en el trabajo de estos realizadores. Con Lady Bird (Saoirse Ronan) o Roger Greenberg (Ben Stiller) tenemos un currículo extenso de la incomprensión o marginado, hasta en líneas temporales vastas como sucede en la etapa –más- adulta como es Mientras somos jóvenes (While We´re Young, 2014) con síndromes existencialistas y una exploración bien personalistas. Tampoco sus proyectos necesitan obligatoriamente un cambio de característica en ellos durante el relato, sino que representa un retrato –con buenas sensaciones- sobre los mismos, ya que no hay una arbitrariedad para determinar el índice de éxito en cuestiones humanas.

Básicamente, y a pesar de las múltiples diferencias entre los dos largometrajes, podríamos firmar que: ella lo es todo, y simplemente Frances.


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