6 de mayo de 2024

Protagonista de su propia historia

Valiéndose de diarios y grabaciones personales, la propia Pamela Anderson narra la historia de su ascenso a la fama, sus turbulentos romanes y el famoso video sexual.


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Por Nela Machado

Últimamente a Netflix se le recriminan muchas cosas y todo empieza y termina por el hecho de que cada día está sumando más y más contenido de pésima calidad que, a veces, ni siquiera aporta entretenimiento. Pero entre todo el caos, este año ha hecho las cosas bien con Pamela Anderson: A Love Story, un documental que le devuelve la voz al ícono de los noventa. Y lo hace en el momento más oportuno.

¿Quién no han escuchado el nombre de Pamela Anderson? Todo el mundo. Pero ¿quién conoce realmente a Pamela Anderson?

Ese nombre lo asociamos a las imágenes de una rubia exuberante corriendo en cámara lenta hacia la playa. Pero Pamela es más que esas secuencias que abarrotaron los televisores alrededor de todo el mundo en los noventa. Es más que ese infame video íntimo con su ex-esposo Tommy Lee. Pamela Anderson es más que un cuerpo y un rostro bonito que durante muchos años fue tratada como solo eso. En realidad, Pamela Anderson es un ícono cultural que definió una década para bien y para mal (su percepción en muchos medios deja en evidencia la misoginia de la época); merece recuperar su lugar y la narrativa de su propia vida y con Pamela Anderson: A Love Story, lo consigue, cuando ha cumplido 56 años.

Su ascenso y descenso a la fama ocurrió de una forma precipitada, como han sucedido muchos acontecimientos en su vida. Se hizo famosa a inicios de los 90 cuando posó para Playboy pero eso fue lo único que consiguió con esa sesión fotográfica: fama, porque Anderson deja claro que posar desnuda no iba a hacerla millonaria, aunque a ella le gustaba hacerlo porque le permitió recuperar la confianza en su propia sexualidad (después de un evento traumático del que habla a fondo en el documental).

Y en aquella época, aún cuando su cara (y su cuerpo) figuraba en las revistas más famosas, también había una narrativa a su alrededor donde se le señalaba porque vender a una mujer de esa forma, no estaba bien. Pero irónicamente, esa confesión de estar a gusto con su cuerpo, de exponerse ante las cámaras porque literalmente era lo que se le antojaba, le da un giro feminista a su historia, un giro que en esa década era impensable, porque feminismo y Pamela Anderson no podían encajar en una misma oración.

Pero esa faceta que la actriz y modelo muestra en el documental de Netflix, una más humana y menos artificial, más real y menos preconcebida, demuestra que todo lo que ha hecho durante 30 años es luchar por conseguir el lugar que merece, el que Hollywood se empeñó en negarle todo este tiempo. Mientras se desempeñaba como modelo, Pamela tuvo otras inquietudes artísticas que la llevaron a incursionar en la actuación. Su primera oportunidad fue en Baywatch, serie que la catapultó a la fama, donde interpretaba a una salvavidas que iba casi siempre en trajes de baño y cuyas escenas corriendo eran mostradas en cámara lenta porque parecía que no había otra forma de hacerlo. Lo que ella vio como una oportunidad para ser tomada en serio como actriz, solo afianzó la imagen que ya la rodeaba y que hasta ese momento se la había concedido su cuerpo.


Pamela era más estrella que actriz pero muchas veces tratada más como un objeto que como una luminaria. Cuando la invitaban a talk shows era para hablar de su cuerpo y cuando escribían sobre ella, era para hablar de sus escándalos. Y ella es consciente de ello, de cómo era percibida y retratada, pero también de los errores que ha cometido. En una parte del documental ella misma lo dice «No soy una víctima, yo misma me he metido en situaciones muy locas y he sobrevivido a ello». Y tiene razón.

Sus matrimonios son un ejemplo de ello, ya que ninguno ha sido bajo los estándares «normales» pero, al final del día, son eso, sus matrimonios y ella misma dice no se arrepentirse de ninguno. Después de todo el documental se llama A Love Story y a lo largo de este descubrimos coóo Pamela ama estar enamorada, y es eso precisamente lo que ha conducido su vida en muchos momentos. Y aunque ella no se autodenomina víctima, sí es verdad que en algún momento lo fue: cuando el vídeo íntimo con Tommy Lee salió a la luz.

Aquel escándalo (el primer video que se viralizó en Internet) fue una vejación a su privacidad, una agresión imborrable para una familia (Pamela acababa de convertirse en madre cuando cuando el tape se hizo público) y también fue la excusa perfecta para que Hollywood pudiera deshacerse de ella cuando se cansaron de sacarle provecho. La carrera de Tommy Lee, un rock star apenas se vio afectada.
Más de veinte años después Hulu estrena una serie para contar una de las versiones de aquel hecho, sin permiso de Pamela y, una vez más, sin tomar en cuenta el daño que podrían ocasionarle al revivir algo que le arrebató tanto.

Es por eso que A Love Story no solo es un documental brillante donde conocemos a la actriz a través de sus propias palabras (que vienen de los diarios escritos por ella durante años y que demuestran que también se le da muy bien escribir), también es uno muy oportuno, porque no hay un mejor momento para reivindicar a Pamela. Por momentos, parece que el título no solamente hace alusión a sus matrimonios, es también sobre su amor propio. Ese amor que la ha sacado del caos en más de una ocasión y el que la ha forjado como la mujer que es y por la que merece ser realmente conocida. El que la ha convertido en una buena hija, y sobre todo, en una buena madre. Y en una actriz que después de ser tratada como una broma, ha tenido una oportunidad.

Después de treinta años, Pamela ha conseguido brillar en Broadway, en el musical Chicago, en un escenario que han pisado muchos actores pero pocas estrellas, lo que nos dice que finalmente ha conseguido parte de lo que realmente se merece; la otra ha llegado a través de A Love Story, donde por primera vez tiene la oportunidad de exponerse como mujer, como persona.

Cuando escuchemos el nombre de Pamela Anderson probablemente la seguiremos asociando a esas imágenes inmortales de Baywatch pero debemos recordar también que es el nombre de una mujer que no dejó de luchar por alcanzar lo que quería, que esa batalla incansable la ha conviertido en un ícono feminista, la antítesis de lo que pretendieron hacernos creer en los 90. Y su victoria es el ejemplo de la perfecta historia aspiracional, de esas que parecen suceder solo en películas, donde la redención tarda en llegar pero llega. Solamente que esta vez es real, y ver a Anderson vivir su mejor vida después de todo lo que ha tenido que afrontar resulta gratificante. Por fin, Pamela Anderson es protagonista y esta vez de su propia historia.


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