24 de abril de 2024

La redención no es un camino fácil

Luego de esclarecerse el caso de la detective Janice Ross, los protagonistas deberán enfrentar las consecuencias que el poder judicial, la sociedad y la industria les impusieron. Esta cuarta temporada de Barry se presenta como el cierre de los diversos arcos argumentales de cada uno de ellos.


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Por Ignacio Pedraza

Todo llegó a su fin: Barry Berkman (Bill Hader) es acusado del asesinato de Janice Ross (Paula Newsome) y termina en prisión. Se acabó: a Sally Reed (Sarah Goldberg) se la vincula como pareja del asesino y sólo queda ver cómo se carrera va en declive. ¿Algo más puede pasarles a estos rotos, afligidos y luctuosos personajes?

Aquellos fanáticos de Barry (2018) saben que sí, ya que la serie creada por Hader y Alec Berg cuenta como característica destacada los giros de trama y una narrativa dinámica. Sin embargo, a la creatividad hay que saberla llevar y desde un principio nos confirmaron que esta cuarta temporada era el cierre, para evitar el desgaste y redundancia de la producción y que finiquite con el mejor de los cariños; por lo que estos últimos ocho episodios son el epílogo de la misma.


Queda claro que, en el particular código que presenta una de las flamantes producciones de HBO, el tono cómico se va ensombreciendo y presenta los rasgos dramáticos más notorios en el total de los treinta y dos capítulos. El silencio y los dilemas existencialistas se hicieron más notorios, pero no necesariamente representa un cambio rotundo, ya que siempre se coqueteó con la idea debido al humor negro y su deambulación entre la comedia y el drama. Cabe destacar que su distintivo costado cómico se mantiene, con mucha sobriedad y propio a lo visto anteriormente, pero en este caso sabe colarse entre el drama y la acción que predomina.

Quizá lo que sí llamó la atención son las elipsis como recurso narrativo, pero que tiene su justificación en esa definición de culminar con la trama y no abusar de enredos que podían caer en el exceso cual interminables aventuras de Tom y Jerry, y finalizar este camino en pasos mucho más adelantados y obviando situaciones que se fundamentan con diálogos y acciones futuras que permiten su descubrimiento. Propio de los aspectos de relato de la serie, dicha técnica se va manifestando a cuentagotas y de manera abstracta –hasta compartiendo escenas- en los primeros episodios hasta volcarse directamente en esos sucesos, que trae a la memoria lo que vimos en otra destacada obra como es Better Call Saul (2015-2022).

En lo que respecta a los arcos de los personajes, si bien todo gira alrededor del personaje que lleva el nombre del show –y con el reconocido comediante en diferentes facetas-, varios del reparto logran destacarse con espacio para sus propios recorridos, donde logran resaltar Goldberg con su declinada Sally –sin obviar los palos a la industria siempre presentes- y el enamorado NoHo Hank (Anthony Carrigan). En esa dualidad de géneros, las caras de la moneda se ven representada principalmente de un lado con el trágico Cousineau (Henry Winkler) y del otro con el magnetismo de Fuches (Stephen Root).

Con idas y vueltas, el camino de Berkman llega a su fin en busca de esa redención que lo puso en aprietos con propios y extraños. Solo queda disfrutar de una maravillosa creación de Hader, quien sorprendió en un inicio con este proyecto y que temporada tras temporada de Barry demostró que no fue solo azar.


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