Tár: Todd Field indaga en los oscuros lugares del mundo artístico (REVIEW)

Del éxito a la caída de una famosa directora

Ambientada en el mundo internacional de la música clásica, la película se centra en Lydia Tár. ampliamente considerada una de las más grandes compositoras/directoras vivas y la primera directora titular de una importante orquesta alemana.

Por Ignacio Rapari

Luego de 16 años, Todd Field regresa a la dirección con un intenso y virtuoso drama que indaga en los lugares más oscuros del mundo artístico. Más allá de algunos momentos aislados, los primeros 35 minutos de Tár están compuestos por tres secuencias. No planos secuencia sin cortes, sino tres unidades de acción. La primera y la tercera son las más largas (aproximadamente de 10 minutos cada una) y muestran a la protagonista en dos ámbitos completamente opuestos. Uno público, en el que un gran auditorio presencia como Lydia Tár (Cate Blanchett), directora de la Filarmónica de Berlín, es entrevistada minuciosamente tras ser presentada como una de las pocas EGOT del mundo (es decir, ganadora del Emmy, el Grammy, el Oscar y el Tony).

Por su parte, la tercera secuencia la exhibe en un espacio cerrado y de no muchas personas, precisamente en una de las ambiciosas clases que la directora de orquesta y discípula del gran Leonard Bernstein dirige en un conservatorio. Como contrapartida a la entrevista inicial, este es el contacto terrenal de la artista, en el que no se dirige ni a colegas o entrevistadores, sino a alumnos con los que existe una relación dispar.

El segundo momento, de menor duración, es una charla entre Tár y su colega Elliot Kaplan (Mark Strong). Lo que en un principio parece ser algo irrelevante en realidad deja entrever algunos de los complejos manejos de Lydia y que, en el ambiente artístico, sus pares envidian de cierta manera su obra y posición. En relación a lo que sucede en el auditorio, también es central en esta conversación lo que se viene para Lydia: una interpretación y grabación en vivo de la «Sinfonía Nº 5» de Gustav Mahler.

Las tres secuencias en cuestión, más allá de funcionar como un día en la vida de Lydia Tár, componen un extenso prólogo en el que acontecen situaciones (algunas menores y otras más alarmantes) que luego serán vitales para el desarrollo de las dos horas restantes de película. Por eso -más allá del spoiler– es importante resaltar la atención que merecen esos tres momentos, especialmente si se tiene en cuenta que no es habitual que el espectador se encuentre con secuencias tan extensas y trabajadas con simples conversaciones o tecnicismos, más en tiempos donde el estímulo resulta tan fundamental para captar al público.

Pero si se analiza con la atención necesaria esta atípica introducción, y ni hablar si despierta el interés (para ello, la mera presencia de Cate Blanchett en pantalla es más que suficiente), todo lo que sigue adquirirá un mayor atractivo, a pesar del pausado ritmo que algunos alertan de la historia. Es que lejos del golpe de efecto, Todd Field apuesta mayormente a que la dicotomía obra y artista se desarrolle con la menor obviedad posible. De hecho, a pesar de la compleja figura de Lyda Tár, que por momentos utiliza su poder de las maneras más reprochables posibles, hay instancias en que algunas absurdas reglas de la cultura de la cancelación salen a flote, al igual que la miseria de otras figuras. Es que en realidad, el quid de la cuestión consiste en preguntarse cómo surge el poder en el arte, cómo se tensiona con la obra y qué influencia tiene esta tensión en el artista. ¿Son el ego y el éxito sin escalas los que crean “monstruos” o es la misma industria la que solo con sus antecedentes corrompe al talento y lo convierte en influencia?

Tár es una interesante lectura de varios de estos puntos aun en sus tramos más ridículos o provocadores, que sorpresivamente interrumpen la “seriedad” que abunda en la historia. Además del enorme tour de force de Cate Blanchett (seria candidata a quedarse con su tercer premio Oscar), no por nada para Martin Scorsese el futuro del cine está salvado gracias a la nueva película de Todd Field. Sonará drástico, pero el que sabe, sabe.