La elegancia de lo simple
Los días de Hirayama transcurren en la rutina, pero una saludable y simpática para él. Sin embargo, algunos sueños apoyados en las sombras y la irrupción de su pasado justificarán algunas decisiones de su vida.
Si te gusta lo que hacemos, podés colaborar con tu aporte.
Por Ignacio Pedraza
En 2006 la autora Muriel Barbery escribió La elegancia del erizo, donde relataba la historia de la señora Michel, quien parecía satisfecha en su vida como encargada del edificio ya que se resguardaba en los libros y su día a día solitario. Por lo que para aquel que haya leído el libro de la escritora francesa es inevitable relacionar a dicha protagonista con Hirayama (Koji Yakusho), el personaje principal del nuevo proyecto Wim Wenders.
En Días perfectos (Perfect Days, 2023) la historia sigue a Hirayama, el limpiador de baños públicos de Tokyo que ostenta de una rutina en paz y disfrutable para él. De levantarse cuando la ciudad nipona aún no amaneció, toda una serie de pasos casi reglamentarios tienen ocupado su día a día donde el hábito es bienvenido.
Wenders se apoya principalmente en el retrato de las costumbres que toma su protagonista, donde toma el tiempo de su relato para llegue bien hondo y está inundada de dicho día a día. Más allá del riesgo a la extenuación de dicha narrativa –y que sirve como comprobante de que se encuentra en las antípodas de su filosofía-, dicho formato nos permite adentrarnos en la perspectiva de él y empatizar.
A eso, el director alemán le suma múltiples simbolismos, sin masticárselos al público y corre por la vía abstracta para su propia discusión, donde la dicotomía de luces y sombras emergen en su esplendor. Su realizador también presenta una interesante visión al mundo tecnológico y su contraste con el análogo, encontrándose los mejores momentos de comicidad.
Pero podríamos pensar que dicha dualidad no representa simplemente una observación del film, sino que similarmente a lo visto con Aki Kaurismaki con Hojas de otoño (Falles Leaves, 2023) dicha diferenciación sirve para encontrarse como un escaparate –o simplemente un estilo de vida alejado al moderno- de los protagonistas. Como Ansa y Holappa encontraban el amor entre guerras y crisis laborales en el largometraje del director finlandés, Hirayama encuentra una forma de escapar de la ansiedad y el aceleramiento recurriendo a los casetes y libros.
Más allá de la gran interpretación de Yakusho exteriorizando la perspectiva principal, todo su trabajo logra apoyarse en la interacción con el puñado de personajes que emergen, que también sirven como espectadores delante de cámaras para contrastar con la burbuja creada por el protagonista.
El gran atributo de Días perfectos, una de las películas nominadas a los Oscar como mejor película internacional es en la capacidad del relato intimista, contemplado en la fotografía que logra Franz Lustig con la distendida paleta de colores que juegan con esa dualidad luz-sombra que está implícito en la trama, y en contraste con la musicalización –con el tema de Lou Reed como bandera- simétricamente colocada para expresar lo que su protagonista no.
Lo simple contrastando con la inmediatez y la ferocidad que muchas veces se implanta en la sociedad es siempre para destacar y, que genere discusiones post-función, es aún más bienvenido. Aprendamos de Hirayama.
Si te gusta lo que hacemos, podés colaborar con tu aporte.
About Author
