2 de mayo de 2024

El director de la última trilogía de Halloween continúa el clásico de Friedkin

Desde la muerte de su esposa embarazada en un terremoto en Haití hace 12 años, Victor Fielding ha criado solo a su hija Angela. Pero cuando Angela y su amiga Katherine desaparecen en el bosque, solo para regresar tres días después sin recordar lo que les sucedió, se desencadena una cadena de eventos que obligarán a Victor a confrontar el mal y, en su terror y desesperación, busca a la única persona viva que ha presenciado algo así antes: Chris MacNeil.


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Por Lucas Soto

Dos perros se pelean violentamente bajo el lente fotográfico de Víctor (Leslie Odom Jr.). A un costado, su esposa Sorenne (Tracey Graves) lo observa con cariño mientras acaricia su prominente embarazo. La madre, emocionada tras recibir la bendición de unos nativos de Haití, tierra en la que se encuentran, intenta empatizar con su esposo, totalmente escéptico a esas costumbres.

Para terminar de sepultar la posibilidad de creencia alguna, un terremoto se lleva a Sorenne, dejando viudo a Víctor y con una hija recién nacida desde los escombros de una vida que ya no existe. Tras este prólogo, el director David Gordon Green deja en claro la temática de esta nueva secuela: la creencia y la falta de fe.

Ya en el presente, el padre es responsable de Angela (Lidya Jewett), aquella bebe sobreviviente. Con 12 años, la sobreprotección de su padre y la curiosidad por la figura materna que nunca conoció la llevan a ella y a su compinche Katherine (Olivia O’Neill) a escaparse en el medio de la noche al bosque e intentar comunicarse con la difunta madre de Ángela. Lo que veíamos como un guiño en la película de Friedkin – Regan y Chris jugando con la ouija, acá es el portal a que una fuerza sobrenatural posea a las dos niñas, dando lugar a situaciones más que conocidas gracias al film del 73.

Comportamientos erráticos, estudios médicos fallidos y la posibilidad de un exorcismo que ayude a las pobres niñas; un compendio de secuencias que funcionan más para elevar la nostalgia de los espectadores veteranos – la participación de Ellen Burstyn es, lejos de su magistral presencia, más que innecesaria – y sobre explicar que lo paranormal está lejos de una comprensión fáctica alguna.

En donde Friedkin y Blatty nos regalan, probablemente, uno de los mejores segundos actos que puedan disfrutarse – los estudios de Regan y la desesperación de Chris por comprender qué le sucede a su hija -, Gordon Green se apresura, con un montaje elíptico que rompe cierta verosimilitud, en mostrar su refrito de escenas para llegar al quid de la cuestión: ¿Podrá Victor creer para salvar a su hija?


Tal como vimos en Halloween Kills y Halloween Ends, Victor no peleará solo esta batalla, sino que lo hará junto con un pequeño grupo de vecinos, trayendo así la idea de “comunidad fortalecida frente al maligno”. De esta forma, el director y guionista parece no querer soltar la idea de que el mal, fuerza destructiva y desoladora, es combatible siempre y cuando los pares crean que la misma puede ser erradicada.

Más allá de que las intenciones en El Exorcista: Creyentes son interesantes de desarrollar, Gordon Green tiene problemas para equilibrar la balanza y lucha, como los perros sarnosos que vimos en la escena inicial, entre lo visto hasta el hartazgo y la autoría: confía en su prolija dirección y en las interpretaciones actorales – que logran una empatía inmediata – para llevar a cabo un relato que peca de abarcar mucho y definir poco.



TÍTULO: El Exorcista: Creyentes
TÍTULO ORIGINAL: The exorcist: Believer
DIRECCIÓN: David Gordon Green.
ELENCO: Ellen Burstyn, Leslie Odom Jr..
GÉNERO: Terror.
ORIGEN: Estados Unidos.

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