
Un ataque a la realidad con dosis de inteligencia
Desde Chaplin a los superhéroes de hoy, el cine fue evolucionando. En el medio, la sátira está presente en mayor o menor medida. ¿Es la que define el cine de esta década?

Por Nela Machado
El cine es un arte en constante evolución. En todo sentido. Si hablamos de realización, podemos ver que en poco más de cien años ha pasado de películas mudas a cintas con los efectos especiales más realistas y alucinantes. Las nuevas herramientas que se han ido sumando, han permitido también contar diferentes historias. Y es por eso que cada década del cine ha estado marcada por una tendencia en particular. Súperheroes, remakes, biopics… todo esto lo hemos tenido muy presente en los últimos años pero ¿qué hay del cine como la principal vía para señalar los males que aqueja a la sociedad? ¿Es la sátira lo que define el cine de esta década?
Así comenzó el cine
Está demás decir que lo que marcó los primeros años del cine, fue su creación en sí. El cine mudo alcanza su madurez con obras maestras de Charles Chaplin y F.W. Murnau. Es precisamente el primero quien populariza la comedia dentro de lo cotidiano como la principal característica del cine de aquellos tiempos.
Y luego llegó el sonido
El cine sonoro triunfa en los años treinta y Hollywood disfruta de una época dorada. Las presiones de la Gran Depresión hacen que la diversión barata y evasiva sea más popular que nunca. La comedia y el romance se convierten en el plato fuerte de la película de aquellos tiempos.
El cine noir refleja los estragos de la guerra
Con la Segunda Guerra Mundial, se acaba el idilio en la gran pantalla y se abre una grieta para retratar historias más oscuras que dieron forma al cine negro o cine ‘noir’ como también se le conoce. Historias oscuras y sombrías que se adaptaban al estado de ánimo inquieto de los estadounidenses inquietos por la guerra.
Sin embargo, para la década de los 50 e intentado recuperar popularidad, el cine rescata géneros que en su momento parecían perdidos como el musical, la comedia y el melodrama y llegan películas como Cantando bajo la lluvia. A su vez, Hollywood responde experimentando con procesos técnicos como CinemaScope, tratando de crear experiencias que la televisión no puede ofrecer.
Una era de cambios
Después de la década de los 40 y la década de los 50, nada volvió a ser igual. Hollywood especialmente dió paso a la violencia de forma más gráfica y los temas controvertidos explorados con más franqueza que nunca lo que marcó la década de los 60. Mientras que los 70 fue un reflejo de los principales conflictos de la sociedad en aquel entonces, a través de thrillers, películas dramáticas y aún más violentas como Taxi Driver o Watergate.
Un escape a la realidad
La década de los 80 fue lo opuesto a su era antecesora. Estos años estuvieron marcadas por películas de fantasía, aventura y ciencia ficción como Back to the Future, Ghostbuster o E.T.. La frescura que aportaron estos géneros dio pasó también a películas con historias centradas en adolescentes que conectó con un público más juvenil como no lo había hecho antes.
La década de la grandilocuencia
Esos blockbuster que hicieron historia en los 80, dio paso a que en los 90 todas las historias tuviesen una producción grandilocuente. Las películas que dejaron una huella en esa época tienen algo en común: se convirtieron en fenómenos porque daba la sensación que eran más grandes que la vida misma. Armageddon y Titanic son los mejores ejemplos.
De vuelta la realidad
Entonces ocurrió el atentado del 11-S y Hollywood no volvió a hacer el mismo. Ese cine épico, fantasioso, lleno de fenómeno y cargado de historias llena de inocencia, dio paso nuevamente a un cine más oscuro, más sombrío que recordaba al tipo de cine que reinó entre los 60 y los 70. Incluso las películas más taquilleras -hechas para conquistar al gran público- tenían ese aura sórdido.
La súperdécada
En 2008 se estrenan dos grandes éxitos taquilleros: la primera en la trilogía de Batman de Nolan y Iron Man. Entonces ocurrió lo inevitable: el cine de superheroes se convirtió en la primera fuente de espectadores y ventas en el mundo y marcó la década de los 2010 con las trilogías de Thor, Capitán América y los Vengadores. Solo por nombrar algunas.
Pero curiosamente, a finales de esa década (específicamente en 2017) nace el movimiento #MeToo y el sucio debajo de las alfombras de Hollywood sale a la luz pública. La gran meca del cine no tuvo otra alternativa, no podía mirar a los lados y pretender que no estaba ocurriendo.
Las acusaciones de mujeres dentro de la industria, víctimas de acoso y abuso, abrió la puerta para incluir otros debates a la conversación como la desigualdad salarial, la falta de diversidad y el abuso de poder. Entonces ¿qué hizo Hollywood? Empezó a contar las historias desde un punto de vista mucho más autoconsciente, dando paso a un subgénero, el de la sátira social.

¿Es la sátira lo que define el cine de esta década?
El cine ha estado creando historias inspiradas en la vida real desde que el se creó, literalmente. Sin embargo, en la última década, han dado un paso más adelante y en lugar de adoptar un estilo más taciturno, más dramático o incluso realista, lo han hecho a través de la comedia. Quién sabe, a lo mejor a través de risas aprendemos mejor de nuestros propios errores como sociedad.
Por supuesto, la sátira viene en ascenso desde finales de de la década pasada igual que el movimiento #MeToo. Coincidencia o no, pero un año después de esto, nos llegó una de las películas más emblemáticas de este subgénero: Get Out. El debut como director de Jordan Peele lo elevó inmediatamente al estatus de director de autor. La película no solo es una sátira del estado de la política racial en Estados Unidos, sino que también es una sátira de los tropos comunes de las películas de terror, incluso hasta el título. Get Out resistirá la prueba del tiempo como un excelente ejemplo de cómo la sátira puede ser increíblemente entretenida, al mismo tiempo que ofrece una crítica aguda y efectiva de la sociedad.
Un año más tarde llegó Sorry To Bother You. La película está protagonizada por LaKeith Stanfield como un hombre negro que trabaja como vendedor por teléfono en Oakland, California, que descubre que tiene más éxito si adopta una voz que suene «blanca». Lo que sigue es una espiral descendente hacia una extraña sátira de la codicia y la forma en que las corporaciones pueden derribar a alguien para su propio beneficio. El director Boots Riley crea un mundo que es completamente absurdo, pero aún se siente relevante e impactante para el mundo en el que vivimos.
Taika Waititi es uno de los cineastas que ha conseguido triunfar con su sátira ganadora de un Oscar, Jojo Rabbit. La película se centra en un joven alemán llamado Jojo (Roman Griffin Davis), que crece durante la Segunda Guerra Mundial. Por ello, se ha creído la propaganda nazi hasta el punto de que su amigo imaginario es Adolf Hitler, interpretado por el propio Waititi. Tras conocer a una niña judía llamada Elsa (Thomasin McKenzie), Jojo aprende a ver la maldad del Partido Nazi. Esta película fue descrita como «una sátira contra el odio». El Hitler de Waititi es una absurda caricatura del odio y el mal llevada al extremo hasta el punto de convertirlo en un personaje cómico.
2019 y 2020 sirvieron como trampolín para que el género acabase trasladándose de una década a la otra con Joker y Parasite. Ambas películas diseccionan varios males que atañen a la sociedad, todo a través de un lente muy crudo de comicidad pero cuyas historias son tan verídicas que parece incorrecto reírnos por momentos mientras la vemos.
En esta década, ya tenemos dos grandes títulos. Por un lado, No mires arriba, una película demasiado urgente para ser sutil. La película trata sobre la amenaza inmediata del calentamiento global, contada a través de la metáfora de un meteorito que amenaza con destruir la Tierra. Aunque la trama del meteorito es ficción, No mires arriba satiriza la forma en que instituciones como el gobierno y los medios de comunicación reaccionan ante el calentamiento global, minimizándolo, distrayendo la atención y utilizándolo para su propio beneficio económico. Y por otro lado, I Care A Lot, un fascinante y entretenido análisis de la codicia estadounidense y de cómo las personas pueden manipular los sistemas que nos protegen en beneficio propio. Lo interesante de la película es que no presenta a Marla como la villana, sino como alguien cuyo nefasto plan para alcanzar el éxito se vuelve contra ella.
Esta década está empezando y hay muchas historias por contar, desde luego será interesante ver qué le depara al cine, pero la sátira no tiene rasgos de pasar de moda pronto, creo que aun nos queda mucho por disfrutar de este subgénero.