29 de marzo de 2024

La película que puede darle el Oscar a Brendan Fraser

Un profesor de lengua inglesa, un tipo solitario que sufre obesidad mórbida, intenta restablecer el contacto con su hija en busca de perdón.


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Por Gastón Dufour

Para iniciar esta reseña respecto de La ballena (The Whale), la última película de Darren Aronofsky, debo mencionar que es bastante complejo reconocer o señalar actualmente una idea o una dirección crítica (que es también una mirada a uno mismo) por fuera de su teórica connotación negativa. Porque es así, la teoría nunca alcanza a la vida real y sus circunstancias, pero sí se convierte en un espejo de todo aquello a lo que se le teme.

En el mismo camino, en este punto de la historia en que todo es opinable desde un lugar insultante y violento, que una persona letrada acuse a la película de detestar a quienes sufren un inconveniente de salud como la obesidad severa, que trae muchos otras complejidades derivadas, como inconvenientes en la salud mental.

Todos merecemos trato humano; que pocos obtienen, además. Lo que hoy se conoce como bullying es de una crueldad alarmante y debería combatirse. Pero lamento disentir, ni la obesidad es normal, ni hacer una película jugada como La ballena implica gordofobia. La caza de brujas no ayuda a terminar con el maltrato social.

Es claro que instalar el tema es menester. Y para eso sirve esta película, además de ser, en su constitución misma, un relato bastante acorde a lo que propone, bien interpretado y coordinado. ejecutado por un director que hace tiempo demuestra todo de lo que es capaz. El destino social de quienes son atacados por su aspecto puede generar una dificultad que bien podría no tener fin.

Las situaciones inmensas de este drama señalan todo lo que sufre el protagonista, pero también revelan lo que los otros, los que no tienen “problemas” son en realidad, más allá de la máscara de supuesta humanidad.


El extenso preámbulo que elegí desplegar sirve para establecer contexto. Un regreso increíble, luego de una serie de cuestiones personales, como el de Brendan Fraser, es una sorpresa mayúscula. Darren Aronofsky encuentra en la realización de este film, basado en la exitosa obra de Samuel D. Hunter, un modo de acercamiento a una realidad que derriba la autoestima y el futuro de quienes la padecen. Verdadera empatía que no está ni de cerca con lo que se practica más allá de la impostación.

Los distintos rubros que se constituyen en el pilar de la creación cinematográfica (maquillaje, fotografía, entre ellos) sirven para generar la credibilidad necesaria que el actor le imprime a su personaje. Siempre me pudo la fascinación por el manejo de la narrativa y el movimiento de los intérpretes en un marco que emule el de la obra de teatro en que se inspira para construir un universo similar, pero diferente.

El paralelismo entre el ensayo al que Charlie apela cada vez, en diversos pasajes del film, que toma el análisis de la famosa novela de Herman Mellville, Moby Dick, refiere a una idea fantástica y mágica de la fantasía que convoca al personaje, y que a la vez lo invita a reconectar con el pasado que vuelve.

El resto del elenco, del que forman parte Sadie Sink, Hong Chau, Ty Simpkins, Samantha Morton, Sathya Sridharan y Jacey Sink, hace lo propio para completar una obra perfecta.



TÍTULO: La ballena
TÍTULO ORIGINAL: The whale
DIRECCIÓN: Darren Aronofsky.
ELENCO: Brendan Fraser, Sadie Sink.
ELENCO SECUNDARIO: Sadie Sink, Hong Chau, Ty Simpkins.
GéNERO: Drama.
ORIGEN: Estados Unidos.

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