20 de abril de 2024

Drama juvenil e historias de terror en esta nueva apuesta

Seguimos en el mes del terror, y llegó la hora de crear algunos fantasmas: el «Flanaverso» se expande con The Midnight Club, su nueva serie para Netflix.


Por Tiago Di Pasquale

Cuando en su momento hablamos de Mike Flanagan, su etapa como creador de series de Netflix quedó en un plano anecdótico, lo cual es muy injusto considerando que es el ambiente más rico en un nivel creativo para el «Maestro del Trauma». El formato de serie le ha permitido explorar lo más importante, las personas, haciendo que nos encariñemos con ellos y dejarnos fríos cuando los “fantasmas” por fin los atrapan.

The Midnight Club tiene un reparto de personajes que no vemos muy seguido: adolescentes con distintas enfermedades terminales. Estos jóvenes viven una realidad donde se ven resignados a aceptar su muerte prematura, pero tienen una forma de encararlo: se reúnen a la medianoche en la biblioteca de la residencia Brightcliffe para contar historias, crear fantasmas (que no deja de ser la misma cosa). Este es el mundo en el que entra Ilonka, personificada por Iman Benson, a la que su búsqueda de curarse, desesperación y curiosidad (sumado, quizás, a un poco de interferencia del «más allá») la lleva a querer descubrir el misterio de Brightcliffe.

La serie y las historias que cuentan los miembros del club están inspirados en los libros de Christopher Pike, que tienen como público objetivo a jóvenes adultos, lo que hace que los cuentos dentro de la serie tengan un tono y encanto similar a series como Goosebumps o Are You Afraid of the Dark; no están “limitados” a contar historias serias o realistas, aunque sí haya algunas que traten temas un poco más fuertes. Las personalidades de los chicos del club, que vamos conociendo a lo largo de la serie, ofrecen gran variedad de relatos. Sin querer arruinar algunos episodios, uno es sobre una bruja, otro es sobre viajes en el tiempo (incluso otro rompió el récord Guinness por más cantidad de jumpscares en un capítulo). No hay que olvidar que son jóvenes no solo intentando asustarse, sino también divirtiéndose, lo que hace la serie más llevadera antes de que la realidad caiga como un balde de agua fría, es debatible si es para jóvenes, ya que los tópicos que toca y UN capítulo en particular, puede llegar a ser demasiado para el espectador casual. Pero si alguien acepta el desafío encontrará “la luz al final del túnel”.

Spoiler alert: no hay una cura mágica y todos vuelven a casa con sus familias, pero como diría la doctora Stanton, cada día vivo es una victoria, y esas victorias resultan mucho más valiosas que cualquier intento del club por encontrar fantasmas.


Hay muchas caras conocidas de proyectos anteriores de Flanagan (algunos son cameos sorpresa así que mejor no arruinarlo), y para varios el atractivo de la serie debió ser ver a Heather Langenkamp (Nancy de la saga A Nightmare on Elm Street) como la mencionada doctora Stanton, que para no arruinar nada digamos que juega con la figura de la “supervisora estricta”; pero sin dudas la serie resalta por los jóvenes actores, ellos tienen la responsabilidad de llevarla adelante y lo logran con creces. Da muchas ganas de seguir viéndolos en otro proyecto (algunos volverán para la próxima serie de Mike Flanagan, The Fall of The House of Usher) o incluso en una segunda temporada. El propio creador ha admitido “interés” en continuar contando historias con el Club de la Medianoche, por lo cual ojalá Netflix le de luz verde y acepte el formato de un capítulo por semana: aumentaría la espera y la discusión sobre este proyecto, algo que este producto definitivamente merece, ya sea que la vean ahora o después de octubre, nunca hay un mal momento para disfrutar una gran serie.

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