26 de abril de 2024

Un relato actual sobre dos mujeres en pie de guerra

Las rojas es el cruce entre una experimentada paleontóloga que custodia los restos fósiles de un hipogrifo (animal mítico mitad ave mitad león del que no se tiene certeza de su existencia) y una recién llegada bióloga que viene a supervisar los trabajos en el lugar.


Por Gastón Dufour

Para la apreciación del largometraje de Matías Lucchesi, basado en un guion propio junto a Mariano Llinás, con el choque de dos grandes actrices que cada una en su nicho han dado lo mejor de sus capacidades -como lo son Mercedes Morán y Natalia Oreiro-, es necesario abrir la mente y pensar en algo de magia.

Las rojas tiene diversos pasajes en que el ritmo y la idea parece mutar, pero en definitiva es siempre la misma película con modificaciones que el desarrollo exige, con una línea que sostiene el cuento pensado para atravesar a los personajes de Carlota (Morán) y Constanza (Oreiro).

Carlota, una paleontóloga de renombre, avasallante y de “pocas pulgas” refleja su obsesión por la supuesta posibilidad de hallar los restos de un hipogrifo, un animal mitológico mitad ave y mitad león, y se sostiene en su búsqueda con un campamento ubicado en medio de las montañas que le sirven de reparo.

Así llega Constanza, enviada por una fundación que sustenta económicamente el proyecto, quien viene a investigar las circunstancias que se presentan en teóricos desmanejos. El estilo western le sienta muy bien a la película en la que la tercera pata protagonista hace de las suyas, Freddy (Diego Velázquez), con calidad para generar el equilibrio entre las dos heroínas femeninas.

Las rojas es una propuesta satisfactoria con un majestuoso despliegue visual y sonoro (música de Hernán Segret) donde conjuga la presencia de dos mujeres fuertes y decididas.

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