27 de abril de 2024

Lo que importa es la familia

Tras salvar a Grogu de Moff Gideon (Giancarlo Espósito), Mando (Pedro Pascal) busca volver a pertenecer a los mandalorianos, y hará los sacrificios necesarios para dicho desafío.


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Por Ignacio Pedraza

Entre tantos altibajos, una de las gratas sorpresas en la fusión de Star Wars-Disney fue The Mandalorian (2019), la serie creada por Jon Favreau que recuperaba en parte el espíritu aventurero de la galaxia muy, muy lejana con tintes de western, representado en el eterno viaje del protagonista Din Djarin (Pedro Pascal).

Sumado a la gran interacción con Grogu –el famoso Baby Joda para los más despistados- donde se reúnen nuevamente tras los eléctricos sucesos del final de la segunda temporada, ya tenemos en Disney+ la tercera temporada completa, que parece alejarse por momentos de su alma mater, pero que a la vez con algunos tintes logra recordarnos con quiénes estamos interactuando y a quiénes viendo.

Casi por obligación a lo que el título indica, esta nueva parte se enfoca directamente en la relación del protagonista con su raza, los nómades mandalorianos esparcidos por la galaxia que deben reencontrarse para volver a ocupar la inhóspita tierra de Mandalore, más allá de los diferentes clanes en plena disputa y su naturaleza cazadora. Buscando volver a formar parte, Din andará junto al pequeño verdolaga siguiendo las tradiciones que lo reposicionen como un par, luego de incumplir con la principal regla de no sacarse el casco.


Sin embargo, parece que en el espacio puede tropezarse dos veces con la misma piedra. Al igual que sucedió a fines del año pasado con El libro de Boba Fett (The Book of Boba Fett, 2021) contamos con un capítulo –el tercero, más específicamente- que se caracteriza como especie de satélite a la serie, con una subtrama que explica contextualmente la transición entre el Imperio y la Nueva República pero que no genera el interés necesario para narrarlo durante varios minutos, en una especie de episodio propio de Atlanta (2016) sin la justificación necesaria ni el arte de Donald Glover; como sí lo hizo la otra serie creada por Favreau donde dicha vertiente ofrecía el carisma de alguien conocido, mientras que en este caso brilla por su ausencia.

Fuera de esta decisión argumental, las aventuras del forajido comienzan a tomar forma en la segunda parte de la temporada, ya que en la primera mitad no toma un ritmo preciso y cuesta el enganche por el que fue tan elogiada en sus dos temporadas anteriores. Con Bo-Katan (Katee Sackhoff) en un papel más predominante a sus pasadas apariciones y algunas participaciones especiales –que sin contar con el casi inevitable spoiler son aún más llamativas-, el correr de los episodios lo vuelven más interesantes cuando tenemos a Mando en plena acción. Desde disputas con piratas para defender el territorio, hasta un interesante thriller detectivesco para explicar las causas de las imperfecciones de los droides, algunos aspectos que tan interesante lo convirtieron como personaje a nuestro protagonista se vuelven a presentar, aunque sin la intensidad de los casos anteriores.

El costado político y rebelde bien aprovechado en Andor (2022) le daba su propia identidad dentro de los múltiples proyectos que la empresa del ratón tiene y planea con la creación de George Lucas, y en este caso los múltiples viajes y aventuras enmarcadas se pierden un poco al querer ofrecer un espectro más amplio sobre lo que sucede en la galaxia. Sin embargo, tanto Jon como la amplia lista de directores saben volver a las bases para no alejarse completamente de lo propio y, sin ser una temporada inolvidable, deja bien parado al pistolero y su expósito.


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