1 de mayo de 2024

Nada se pierde, todo se transforma

Hace 34 años Michael Keaton se puso por primera vez el traje de uno de los superhéroes más queridos del mundo, y con motivo de su tan esperado regreso ¿Qué mejor momento para celebrar el aniversario?


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Por Tiago Di Pasquale

Hablemos de una pequeña película que quizás conozcan, Batman (1989). El Caballero de la Noche siempre fue un personaje popular, incluso en otros medios fuera de las historietas. Es difícil hablar de Batman sin hablar de Batman, la serie del 66 protagonizada por Adam West y Burt Ward, un momento muy importante en la historia del personaje, siendo el culmen de su época más desaforada; y tan grande fue el seriel camp, que en años siguientes “manchó” la imagen del personaje: Batman era visto como una propiedad cómica por el gran público, aun con obras seminales en las historietas de artistas como Dennis O’Neil, Neal Adams, Alan Moore o Frank Miller. Quizás una película podría cambiar eso, un largometraje dirigido por nada más y nada menos que Ivan Reitman, con Bill Murray como Batman y Eddie Murphy como Robin… bueno, la primera idea no suele ser la mejor.

Por suerte, de los rincones más oscuros de los estudios de Warner Bros. emergió Tim Burton, un director que encontró un sorpresivo éxito con las películas Pee-Wee’s Big Adventure (1985) y Beetlejuice (1988). No solo Warner encontró a un director al inicio de una prometedora carrera, sino también con un estilo particular, un lado oscuro, inspiraciones en el expresionismo alemán y un humor sombrío para balancear las cosas, en ese entonces, e incluso al día de hoy. Burton era la opción perfecta para Batman, pero el actor resultaría una venta más difícil. Piensen en un actor de los 80, cualquiera, quizás les gusta o no, pero seguro el que están pensando fue considerado para ser el personaje, pero ya sea que tal actor lo haya rechazado o el estudio lo descartó, la capucha terminó en Michael Keaton, la estrella de la última película de Burton, Beetlejuice, y en general un actor asociado a la comedia. Como se volvería una tradición, sobretodo en años recientes, la gente estaba en contra de que Keaton fuera Batman: llegaron cartas y cartas a la productora quejándose de la decisión. Parecía ir en contra de la película serie que buscaban, a no ser que resultara ser exactamente lo que buscaban ¿Michael Keaton el Batman que marcaría una época? Pues resultó que sí.


Por fin empezamos a hablar de la película, y quizás no es tan Burton como a sus seguidores más devotos les gustaría (eso vendría después), pero para fanáticos de Batman y el público general, estamos frente a un gran escenario para la acción: por sobre cualquier elemento ochentoso que podría “envejecer” la película (el cual no es el caso), predomina una ambientación que recuerda a historias de mafiosos y detectives noir de los 40, perfecto para el Cruzado de la Capa. Y en cuanto a nuestro protagonista, se toma la decisión de saltar el origen, hasta cierto punto, y que Batman esté en un estatus de mito urbano en los callejones de Gótica, siendo más que nada perseguido por el periodista Alexander Knox, interpretado por Robert Wuhl, y eventualmente por la fotorreportera Vicki Vale, interpretada por Kim Basinger, que por las coincidencias de la vida termina en una atracción mutua con el alter ego del murciélago, Bruce Wayne.

Ya dijimos en la reseña de Man of Steel (2013) que el valor de un héroe es medido en base a los antagonistas a los que se enfrenta, y ¿quién mejor para la primera gran producción del personaje que enfrentarlo a su mayor némesis? Una decisión tan buena que terminó por eclipsar al protagonista. Si había polémica en tener a Keaton como Batman, que el actor del Guasón fuera Jack Nicholson, fue una decisión unánimemente aceptada, ya un actor consolidado e incluso con el privilegio de recibir top billing y sueldo mayor al de Keaton. En otro contexto habría sido fácil para Nicholson hacer un trabajo a medias (como cierto actor de Jor-El en cierta película de 1978), pero ser el Joker le dio la libertad de tomar de rehén a la película y ofrecer todo un espectáculo. Con razón, se le da mucho crédito a Heath Ledger y Joaquin Phoenix por sus interpretaciones, perdiéndose en personajes con una complejidad psicológica increíble, pero no hay que sacarle mérito a Nicholson, siendo la versión más fiel del príncipe payaso del crimen hasta la fecha: mafioso, químico, lunático y artista plástico, una amenaza que pone en jaque a la ciudad y obliga a Batman a salir de las sombras para enfrentar algo que básicamente el causo.


Al final estamos frente una película bastante completa, acción, romance, horror, comedia, el mejor Alfred con Michael Gough (es la verdad) y, por supuesto, la música por Danny Elfman, siendo EL tema de Batman y EL tema del Joker, de la misma forma que John Williams definió la música de Superman. No hay como tal grandes puntos negativos, pero sí un par de controversias: este es un Batman que mata, desde matones hasta al Joker, y si bien en la película no se le da importancia, ni siquiera establecen una regla de no matar para romper, para los más puristas del personaje puede ser algo que va completamente en contra de sus temas.

Y hablando de la muerte del Guasón, hay que hablar del mayor giro de la película y quizás su polémica más grande: el joven Jack Napier (el alter ego del Joker antes de su accidente) es el responsable de matar a los padres de Bruce Wayne, irónicamente creando a Batman y eventualmente creando al Joker,. No es lo más fiel a los cómics, pero es como la telaraña orgánica del Spider-Man de Raimi. Es importante que la rivalidad de Batman y Joker se “genere de la nada”, dos fuerzas opuestas chocando, sin saber nada del otro pero destinados a una pelea eterna, buenísimo, pero en la película de Burton tenemos una rivalidad redonda e incluso más cinematográfica, dejándole a Bruce cerrar un capítulo de su vida para que Batman sea algo más que una criatura de la noche que espanta criminales, no hablamos de mejor o peor, ambas son válidas y funcionan en sus continuidades.

Es difícil hablar de Batman sin hablar de Batman, la película del 89 protagonizada por Michael Keaton y Jack Nicholson, un momento muy importante en la historia del personaje, siendo el culmen de su época más gotica y quizás de mayor popularidad. Acá podemos encontrar el inicio de la bat-manía, que pasó por todo tipo de etapas: la secuela directa, más sombría y morbosa, Batman Returns (1992); la duología de Joel Schumacher que devolvió a Batman y Robin a su etapa más colorida; la reimaginación naturalista de Christopher Nolan en una trilogía que redefinió el cine de superhéroes; la adaptación estilizada de Zack Snyder junto a Ben Affleck; y la renovación detectivesca de Matt Reeves y Robert Pattinson con un futuro prometedor. Todo para volver a Keaton en The Flash (2023). ¿Cuál será el siguiente paso? Pues el mismo Andy Muschietti se hará cargo de The Brave and The Bold, la nueva película de Batman y Robin en el DCU de James Gunn. Y con lo que mostró en la película del Velocista Escarlata, hay razón para emocionarse.


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Pocos personajes han recibido tantas reversiones como Batman, cada uno tiene su favorita, pero todas son válidas en el gran multiverso de DC, hay razón para visitarlas todas, pero por la fecha ¿Por qué no visitar la que inicio la Bat-Mania?

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